sábado, 5 de octubre de 2013

Capitulo 1.

    ¿No has sentido en algún momento de tu vida que no perteneces a un lugar? ¿Que nadie te quiere cerca?, y si alguien te preguntara si eres feliz, ¿qué repondrías?. No es tan sencillo, ¿verdad?. ¿Cuantas veces te has encerrado en tu cuarto a llorar por "huevadas"? Yo miles, hasta ya perdí la cuenta. No es que las haya estado contando. De todas formas, son cosas de todos lo días, y como dice mi padre: "es cosa de todos los adolescentes". Hasta ahora no conozco a ninguna cojuda que sienta lo que yo, pero si el dice que es cosa de adolescentes, tal vez sea así. No se mucho de la vida, y tampoco quiero saber más de lo que se.

    - ¿Viste al pata de mate? -habló en un tono nada discreto.
    - ¡Si! ¿Está churro verdad? -su entusiasmo era demasiado irritante. 

    - ¡Obvio! -contestó inmediatamente.

    Solo estábamos las tres en el aula. Era mi primer día en la universidad, pero parece que el de ellas no. No tengo nada en contra de las "flacas ricas" pero estas en especial me daban nauseas. No. No he hablado con ellas aún, y no quiero hacerlo. Estoy ocupada en un serio dilema en estos momentos, ¿las odios?, ¿o no las odio?. Dudo que a ellas les importe tener una enemiga más en, de seguro, su larga lista de personas que tratan de arruinarlas social mente. Vamos, no quiero hacer eso, solo digamos que es un odio a primera vista, pero solo se queda en mi. Nadie tiene por que enterarse quienes son las personas más estúpidas que conocí en mi primer día de cachimba. Se amable, se sociable, me decía a mi misma.

    - ¿Como te llamas? -preguntó la rubia con una sonrisa escalofriante.
Yo seguía deambulando por los rincones de mi cerebro como para reaccionar de inmediato a sus palabras. Giré mi cabeza hacia ambos lados para ver si había otra persona en el salón pero solo eramos las tres. Tardé 20 segundos en darme cuenta que se referían a mi. Genial.

    - ¿Huh? -contesté sin entender el presente.

    Ambas rieron y vi que la castaña le dijo algo al oído de la rubia, cosa que hizo que se rieran aún más fuerte. Estas perras de mierda. ¿Acaso se están burlando de mi?. De inmediato sentí mis mejillas arder. No estaba tratando de caerles bien, pero tampoco intentaba quedar como una grandísima estúpida. Gracias Dios, así era exactamente como quería que sea mi primer día de clase. 

    - Te preguntaba como te llamabas. -la rubia alzó su voz como si yo fuera alguna especie de sorda. Idiota.
    - Ariadne.
    - ¿Estás segura?
    - Sí. -respondí furiosa.
    - De acuerdo, yo soy Mariana.


    Solo la miré en silencio y asentí. Intercambiaron miradas.

    - Nos preguntábamos si podrías moverte de esa carpeta, es que tres amigas van a venir y no queremos que se queden si lugar. -me dio una sonrisa tensa.

    Estúpidas de mierda. Claro, no me hablaban para "socializar". ¿Quien socializaría conmigo? Doy asco. Yo tampoco socializaría conmigo, pero que me queda.
No me pienso mover de este lugar, llegué primero y por lo tanto, tengo ciertos derechos sobre este sitio. Que se lleven a su séquito de putas más atrás, o adelante. Yo no me voy a cambiar de lugar.

    - Es por una buena causa. -dijo la castaña reposando en el hombro de Mariana.
    Sin darme cuenta ya estaba recogiendo mis cosas. Cedí. Estas estúpidas me hicieron ceder. 

    Váyanse a la mierda. Tengo un ligero presentimiento que me arrepentiré de esto. Si, estoy segura, ya me arrepentí. No se ni por que lo hice. No estoy drogada, creo que drogada me hubiera quedado ahí. Dirigí mi vista hacia una carpeta dos filas atrás de mi antiguo pupitre. Te extrañaré. Lancé mis cosas de modo en que se escuchó un eco en el aula. Desearía haber lanzado mi mochila en la cabeza de Mariana. La vida no es perfecta.

    Poco a poco el salón se iba llenando, lamentablemente la mayoría de los chicos superaban mis expectativas. Aparecieron las famosas amiguitas de las que me dijeron Mariana y la otra flaca.


    Según nuestro horario nos tocaba Marketing. Que asco. Era el curso de mi carrera, pero eso no significaba que sea una amante loca del Marketing. Si Marketing fuera fuera un chico lindo -lo llamaremos Mark-. Entonces, si Mark se fijara en mi, por razones estúpidas, y nada reales, el sería envíado a la FuckZone. Es decir, cada vez que lo necesite tendríamos sexo salvaje toda la noche. Nada de amor, solo acción. Marketing, será un placer tener sexo contigo durante cinco años de mi vida.

    - ¡Buenos días queridos estudiantes! -dijo una anciana mientras entraba al aula con una expectante sonrisa. 

    ¿Buenos? No tiene nada de buenos. Dejó su maletín en su escritorio y se dirigió a la pizarra. Déjenme decirles que su letra es la peor letra que haya visto jamás. Se me hizo difícil entender lo que escribía, pero luché contra el cáncer de ojos que me provocaba y leí "Soy Marlene Casana Contreras, su amiga y maestra de Marketing en este ciclo. Espero nos llevemos bien." y más abajo había hecho una linea vertical y otra horizontal que se interceptaban en la parte superior. En la izquierda decía "Hombres" y el derecha "mujeres". Sentí una presión en el estomago al ver eso, no quería descifrar a lo que se refería con eso. Esto debe de ser una broma.

    - Como ya lo habrán notado, mi nombre es Marlene, pero ustedes me pueden decir Marly. Y seré su profesora de Marketing. -se acomodó su diminuto cabello y lo puso en una colita- El pequeño cuadro que pueden ver acá es donde ustedes pondrán sus respectivos nombres y se presentaran ante el curso. -un flaco sentado en una esquina la interrumpió.
    -¿Esto no muy de jardín de niños? -preguntó y de pronto el salón se llenó de carcajadas. 
    - La verdad si, un poco. -hizo una pausa en señal de que estaba esperando por su nombre.
    - Nicolas. -contestó frío.
    - Bueno Nicolas, creo que ustedes aún no son como que muy grandes. Y mi intención es conocerlos, y ya que sabemos tu nombre sería un placer que nos hables tu primero. -todos dirigieron su mirada hacia el y sus mejillas se ruborizaron. Hubo un silencio incomodo- Bien, cuéntanos.
    - Como ya sabrán, me llamo Nicolas y... Hmmm... Me gusta el fútbol, viajar y comprar. 

    La profesora le indicó que se siente y el lo hizo. Apuntó su nombre en la tabla y al lado puso "Sin metas" cosa que hizo reír al salón entero. Estaba siendo demasiado cruel para mi gusto. En primer lugar, nadie necesitaba ser calificado por la perspectiva de ella y segundo, yo no necesitaba ser calificada por su perspectiva. ¿Que me pondría? ¿Psicópata?, ¿suicida?, ¿rara?. No, no necesito esto ahora, no en mi primer día de clases. Se supone que tengo que empezar de nuevo, no quedarme estancada en el pozo donde ya estaba. 

    Con cada persona que pasaba mis nervios aumentaban, ya no eran 20 o 10 los que restaban para que yo esté de pie, adelante, frente a todos. Voy a vomitar. Quizá ni me presten atención, pero ¿Si lo hacen? Tal vez ya nadie quisiera ser mi amigo, no es que me preocupe mucho. He sobrevivido dos años sin tener amigos, me refiero, amigos en donde estudio. Tengo más libros que amigos, pero no está tan mal. Al contrario, los libros no te decepcionan, no siempre. Maldito seas John Green, bastardo, estúpido ¿Cómo te atreviste a asesinar a Augustus? Te amo, y odio. Volviendo a la realidad, tener amigos o no, no me tendría por que preocupar. Pero ahora es diferente, ya no estoy en la escuela, ni en la academia. Estoy en la universidad. Se supone que con estas personas pasaré cinco años de mi vida y, según todos en el mundo, serán las personas que me acompañarán por el resto de mi vida. Respira, respira, todo saldrá bien. Trata de parecer agradable. Antes de darme cuenta ya estaba para la última persona al frente, no creí que sería la última. Matenme. Esa persona no era nada menos que la castaña, si, esa castaña con cara de estreñida. 

    - Bueno, ¡Hola! Mi nombre es Rafaella, -cogió el plumón y escribió su nombre. Linda letra- Tengo 17 años. Amo ir de compras. Bueno, ¿a quien no?. También, amo los deportes, en especial el fútbol. Planeo dirigir las empresas de mi familia y así continuar su enorme imperio inmobiliario. Espero que todos seamos como una familia. -como era de esperarse, todos aplaudieron.
    - Rafaella, ya puedes tomar asiento. -dijo Marlene en un tono seco.

    Estoy segura que Marlene pondrá algo como "segura", "guapa", "con ganas de progresar" o "futura multimillonaria". Yo, por otra parte, sin duda escribiría "Puta". Parece puta. Ya se, no debo juzgar a las personas antes de conocerlas. Pero, lo han hecho conmigo, ¿por que no puedo hacerlo con los demás? Sería una injusticia. No estoy segura de muchas cosas hoy, es como si la parte racional de mi cerebro haya viajado a un mundo tan lejano que me tomaría la mitad de mi vida encontrarlo. Pero, solo se algo. Este no es mi lugar. Yo aún debería estar en casa, leyendo un libro, tomando café. Estoy rodeada de gente que tal vez nunca llegue a conocer. Puedo vivir con eso. Eso creo.

    Cuando volví a concentrarme en mi entorno noté algo. Marlene, estaba con el plumón en la mano, señalándome. ¿Cuánto tiempo lleva así? ¡Dios, que vergüenza! En menos de un segundo las nauseas volvieron. Yo ya no era la única que me estaba prestando atención. Todos me miraban, nada lindo por cierto. Sin previo aviso, y sin reaccionar, mis piernas se empezaron a mover hacia la pizarra. Las sentía como si estuvieran hechas de plastelina, en cualquier momento se iban a doblar. Voy a vomitar. Giré para mirar a todos ahí. Sentí todos concentrándose en mi. Murmurando entre ellos. Cosas como, "mírala", "parece estúpida", "¿Tiene cinco años?", pasaban haciendo eco en mi frágil mente. Tal vez no lo están diciendo. Entonces, Marlene me tendió su mano con el plumón en ella y lo tomé. No sabía que hacer. Respira. Inhala, exhala. No puede ser tan malo....